TEMPORADA DE VIRGO: Donde lo pequeño sostiene lo infinito

Me gusta observar cómo las energías del zodiaco encajan —o no— dentro de nuestra sociedad. En un sistema que ha puesto el trabajo en primer plano, Capricornio, con su capacidad para estructurar y liderar; Géminis, con su talento para comunicar; y Aries, con su impulso de acción, llevan ventaja. Y Cáncer, ligado al cuidado y la nutrición, ocupa un lugar esencial dentro del núcleo familiar.

También es interesante ver cómo estas energías se leen a través del género, mujeres con la determinación de Aries o la ambición de Capricornio suelen ser criticadas, así como hombres que expresan la sensibilidad de Cáncer. Y después hay signos como Escorpio, cuya intensidad no encuentra muchos espacios donde moverse libremente, independientemente del género. En este mapa de energías más y menos aceptadas, Virgo ocupa un lugar complejo, celebrado por su eficiencia, pero reducido al estereotipo de perfeccionista, cuando su naturaleza es más amplia.

Virgo es vocación y servicio, es lo que me mueve a dar de mí para que el sistema del cual soy parte funcione. Si Capricornio encarna el arquetipo del jefe, Virgo encarna al empleado. Su equivalente animal sería la hormiga, con su labor constante, humildad, conexión con la tierra, y organización horizontal y descentralizada.

Al pensar en el lugar de Virgo dentro de nuestra sociedad, recuerdo una pregunta que planteó mi amiga y astróloga de cabecera, Corina Páez (Luna Exaltada): “¿A quiénes se les ha relegado históricamente la labor de servicio?”. Y si ampliamos la perspectiva, para nosotrxs, las personas afro, podemos ver como la energía virginiana se manifestó en siglos de trabajo impuesto, de hacer que el mundo funcione para otrxs a costa de nuestros cuerpos y nuestras propias vidas.

Como signo de tierra, Virgo está ligado al cuerpo y la materia; su modalidad mutable le otorga gran adaptabilidad, y regido por Mercurio, tiene gran capacidad de análisis y discernimiento. Virgo sirve desde lo corporal y es capaz de fijarse en cada detalle de cada situación en la que se encuentra.

Pero esta disposición puede volver difusos sus propios límites, en su afán de adaptarse y de responder a lo que necesita el momento, corre el riesgo de no reconocer cuándo necesita detenerse o hasta dónde llegar.

 

 

Cuando el Sol entra en Virgo, ilumina esa área específica de nuestra carta, invitándonos a reconocer dónde seguimos dando más de lo que tenemos para dar, y a transformar ese impulso en discernimiento y autocuidado.

Después de un mes de Leo —donde fuimos invitadxs a mostrar lo que no solemos (pero queremos) mostrar, y con Mercurio retrógrado vimos cómo y por qué solemos esconder algunas de nuestras realidades— el Sol entra en Virgo el 22 de agosto, y el 23 tenemos Luna Nueva también en Virgo. Arranca una temporada que impulsa a sembrar nuevas rutinas, hábitos y formas de organizarnos más coherentes con lo que nuestra vida requiere ahora. La Luna Nueva abre un espacio para intenciones prácticas. No se trata de productividad vacía, sino de cómo usamos nuestros recursos —tiempo, energía, cuerpo— para sostener lo que realmente importa. Es un momento para preguntarnos qué estamos dispuestxs a sostener y qué cuidados necesitamos para poder hacerlo sin drenarnos.

El 25 de agosto, Venus pasa de Cáncer, donde el enfoque estuvo en nutrir los vínculos, reforzar lazos familiares y encontrar placer en lo conocido y seguro, a Leo, donde trae un más fuego a nuestros vínculos, y nos recuerda que el amor merece ser celebrado y que la creatividad florece más cuando es compartida.

Saturno y Urano retrogradan el 1 y el 6 de septiembre, abriendo cinco meses para revisar nuestras estructuras y la relación que tenemos con el cambio. Saturno nos pregunta: ¿están nuestras bases realmente alineadas con lo que queremos construir? Y Urano nos invita a cuestionar qué libertades internas aún no nos hemos permitido, y a hacerlo sin culparnos, reconociendo que mucha de esa falta de permiso nace de siglos de control sobre nuestros cuerpos, territorios y formas de existir.

El 7 de septiembre la Luna Llena en Piscis inaugura la segunda temporada de eclipses del año. Este eclipse lunar total trae revelaciones y cierres, y nos conecta con nuestra intuición. Piscis nos recuerda que no todo es lógica, que es importante honrar el misterio y el descanso, especialmente en medio de la exigencia virginiana. En este sistema que mide nuestro valor por la productividad, detenernos para soñar, sanar o simplemente existir es una forma de recuperar ritmos que nos han sido arrebatados.

El 18 de septiembre, Mercurio pasa de Virgo a Libra. Después de semanas limpiando lo que ya no servía, ahora la atención va hacia el diálogo y los acuerdos. Es buen momento para conversaciones importantes, pero atentxs a no caer en complacer a todxs, reconociendo además que no todas las voces parten del mismo lugar de poder.

El 19 de septiembre, Venus entra en Virgo. Aquí, el amor y las relaciones toman un tono práctico, orientado al cuidado cotidiano. Se valoran los pequeños gestos, los que demuestran que sabes qué necesita la otra persona para sentirse acompañada, cuidada, y valorada. También es una invitación a bajar las exigencias mentales y escuchar más al cuerpo.

El 21 de septiembre tenemos una segunda Luna Nueva en Virgo, esta vez con eclipse solar parcial. Los eclipses oscurecen momentáneamente la luz para que escuchemos lo que suele quedar en silencio, aquello que no siempre tiene espacio en nuestras vidas tan aceleradas. Que esto ocurra en el último día de Virgo reafirma la urgencia de soltar rutinas, expectativas y compromisos heredados o impuestos, para empezar a sembrar desde un lugar más propio. Lo que iniciemos ahora tiene el potencial de germinar lentamente. 

Es importante recordar durante Virgo que no todo está bajo nuestro control, pero que nuestra manera de habitar el mundo sí la podemos elegir.

Ahora veamos cómo la energía virginiana se manifiesta en ciertas personalidades:

Más allá de lxs icónicxs como Beyoncé y Michael Jackson, pensemos en Édouard Glissant, novelista, poeta y ensayista martiniqués con Sol y Neptuno en Virgo. Su obra rechaza la búsqueda de una verdad absoluta y apuesta por relaciones y coexistencias, y en esa apuesta aflora una impronta Virgo.Glissant honra el saber situado, la manera en la que el conocimiento nace en la relación entre lenguas, historias, cuerpos, no en una verdad que lo abarque todo.En su pensamiento hay una ética virginiana del límite y de lo que le toca a cada quien, él cuida hasta dónde se avanza con el saber para no invadir, reducir ni extraer. Se evidencia una energía Virgo muy trabajada en la forma en que va construyendo despacio y confiando en el proceso de dejar ideas abiertas en lugar de buscar entregar algo cerrado. También se revela lo Virgo en la precisión con la que elige las palabras, afinándolas y acuñando términos como herramientas que crean mundos.

Esto resuena con la conocida conferencia de la escritora y feminista nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, con Sol y Mercurio en Virgo, cuando dice: “La historia única crea estereotipos, y el problema con los estereotipos no es que sean falsos, sino que son incompletos, hacen que una historia se convierta en la única historia.”

Adrienne Maree Brown, escritora y activista estadounidense con Sol y Saturno en Virgo, es una autora, que cuando la leo, siento que todo Virgo se canaliza a través de sus palabras. Su pensamiento tiene una evidente carga fractal, donde reconoce a lo macro dentro de lo micro, habla sobre cómo los patrones que practicamos en lo pequeño — hábitos, acuerdos, ritmos, límites— se repiten y amplifican en lo grande —organizaciones, movimientos, políticas, cultura. Esto es un aspecto importante del eje Virgo-Piscis, Virgo como mapa concreto para navegar lo inabarcable pisciano. También insiste en el descanso como práctica política, en la atención a lo que nutre y en el descarte de lo que drena. Eso es muy Virgo: seleccionar, depurar, sostener.

Saray Figuereo, poeta y activista dominicana con Sol en Virgo, suele escribirle a la herida que este sistema roto no deja de infligir sobre nosotrxs. Y es que una de las heridas virginianas está en la búsqueda inevitable de reparar frente a la imposibilidad de sanar un sistema que fue creado torcido a propósito. Ante esto, Saray clama “¿Quién te dijo que yo era terreno tuyo para que vinieras a plantar dudas? Aquí solo se siembra revolución y ternura.”

Porque la sanación, la tierra, la siembra y el cuerpo como terreno propio son profundamente virginianos. Esto me lleva a la poesía de Gabriella Nuru, poeta y activista nacida en España de origen serbio y camerunés, con Sol, Luna y Quirón en Virgo. Su obra —desde la búsqueda de su identidad— encarna algo muy virginiano: darle sentido a las partes que la componen, tejer lo fragmentado para volver a sentirse entera. En sus versos leemos “Abro la herida. Si hago que esto sea urgente quizá en el camino alguien me vuelva a enseñar cómo estar entera.”

Y la lista sigue, porque son muchxs lxs Virgos que encarnan esta energía en su obra: Yuliana Ortiz Ruano, René Depestre, Ruth Pion, Aṣa (Bukola Elemide), Rosa Guy, Ava Duvernay, Claude McKay, Linton Kwesi Johnson, Claudia Rankine, Keorapetse “Bra Willie” Kgositsile, Louise “Miss Lou” Bennett-Coverley, Fred Hampton, Kwame Nkrumah, Amílcar Cabral, Alma Thomas, Senga Nengudi... ¿En quién piensas tú cuando piensas en Virgo?


Cierro con este grabado de la artista multidisciplinaria puertorriqueña Nitzayra Leonor —con Sol, Mercurio y Nodo Norte en Virgo—, que captura la conexión de Virgo con la tierra y con la sabiduría de nuestro cuerpo como parte inseparable de la naturaleza —el cuerpo como altar, como ritual, como contenedor de lo divino.

Texto por Adela Dore @astrofractal

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